alupego (Ángel L. Pérez)

MIENTRAS, LA VIDA DESCANSA

 

Adiós tardes de historietas,
en la calle con la fresca.
Sillas de mimbre trenzadas,
Su urdimbre de arte repletas.
En corrillo las leyendas,
se hacen las dueñas del drama.
Las voces entran por turnos,
contando vidas pasadas.

A la sombra de los porches,
donde el calor se amilana.
Una sensación de brisa,
parece rondar en calma.
Con el botijo a los pies,
para ir mojando las ganas.
Las historias se suceden,
cada una con su trama.
Los chiquillos en el suelo,
sus posaderas descansan.
Atónitos y perplejos,
sus tiernos oídos se espantan.
Cuando los demás ancianos,
cuentan batallas y chanzas.

Lenta la noche se acerca.
Mostrando su faz sombreada.
Las voces van amainando,
en las gargantas cansadas.
Un run run gritan las tripas,
que reclaman su pitanza.
Es la hora de los durmientes,
los de más pequeña talla.

Llega el tiempo de los sueños.
Donde se van recreando,
las batallitas contadas.
La noche extiende sus alas.
Enormes cortinas negras,
que acompañan a las sábanas.
El día tocó a su fin,
con sus leyendas y dramas.

La luz dio paso a las sombras,
para recobrar las ganas.
Protagonistas los sueños,
que se ocultan en la almohada.
Y siguen las historietas.
Flotando como pavesas,
mientras la vida descansa.
A. L.
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