C. Eduardo Barrios (Ex-Toki)

C O M E N T A R I O S

 

          Todos tenemos virtudes y defectos, es trivial, por lo que el ser humano casi no es digno de confianza, lo saben las aves y los demás animales que huyen ante su presencia salvo si es un santo o alguien virtuoso. Muchos hacemos amigos durante el pasar por esta vida y poco importa su calidad, vistos bajo el cristal de los valores impuestos por la sociedad, pues estas afinidades las dicta principalmente el historial emocional, y en menor medida el nivel de observación, el grado de amplitud del criterio de cada cual, inteligencia, profundidad de comprensión. Por lo que gloriosos aquellos que se comprometen unos a otros conociendo las debilidades del hombre, sus máscaras, sus ruindades, sus prejuicios y mil estupideces que vemos a diario en quienes deberían ser ejemplo en todo sentido: cardenales, obispos, mandatarios y que decir de unos cuantos más.

 

          En lo particular, me sucede pues que ciertas personas me causan rechazo, yo sé que es un prejuicio propiamente mío o tal vez recíproco, poco controlable porque uno se ha formado una idea del semejante sobre la base de manifestaciones desafortunadas del otro o quizás qué.


         Será que el amor no es un invento, sino que algo más profundo, una suerte de una dimensión más dentro de las coordenadas necesarias para existir.


          El amor es como la gravedad, de atracción universal en un caso y en el otro más dirigida, actúan más allá de la comprensión, son como el espacio tiempo, ahí están siempre.


           En la nada surge una singularidad iniciando una historia en que la vida es la cúspide de la evolución de esa particularidad, materia y espíritu en ella se encuentran. Infinitos cosmos en diferentes etapas de evolución cada uno con sus propias distinciones.


           Yo estoy porque los pleitos se resuelvan como se hace desde la época de Salomón hacia adelante, en justicia, donde un árbitro competente administre fallo conforme a los antecedentes y evidencias. Los casos de enfermedades se traten en los servicios de salud correspondientes. Y así sucesivamente. Este sitio tiene una herramienta previa a los malos entendidos entre participantes que es el simple ignorar, ello debería bastar. Sin embargo, generalmente el eliminado de este portal es borrado porque continúa haciendo ruidos molestos desde su propia página sin razones fundadas dirigiendo sus dardos envenenados a diestra y siniestra o a otro usuario al cual le agota su paciencia. En este portal y en los que he participado, el primer bofetón bajo supuestos absurdos viene dirigido en las primeras publicaciones o comentarios que uno hace y surgen desde quienes un minuto antes te han rendido pleitesía “desgarbante” nominándote poco menos para el premio nobel de literatura. PAYASOS: Los hay en los circos, paseos peatonales, son divertidos, hacen reír. Sin embargo, la inmensa mayoría de ellos no quisieran serlo, pero lo son de un modo ridículo, estúpido, agresivo, destructivo, pernicioso, tales individuos se sitúan en situaciones en las cuales son plenamente incompetentes sin ninguna autocrítica, autocomplacientes, disfrutan con seriedad de su papel, generalmente a vista y paciencia del resto que debe soportarlos y sufrir las consecuencias de sus acciones. Ignorantes, derraman sus excrecencias inadvertidamente. Su variedad es inmensa, en política hacen estragos, desde presidentes a terroristas; en televisión producen sentimientos encontrados, en sitios de internet inspiran lástima, … badulaques desvergonzados. Que cada cual sea como quiera y diga según desee, siempre que no dañe; pues si lo hace pasa a formar parte al bando inmenso de los estúpidos, malandrines, groseros, pelafustanes, … Por el contrario, si hace el bien, que sea reconocido, alabado, destacado, … Los dichos indican, “por sus frutos lo conoceréis”, “dime con quien andas y te diré quien eres”, … Sin embargo, hay malandras sagaces, sociables, gentiles, … escondidos detrás de túnicas, uniformes militares, cargos de elección popular, … éstos suelen ser los más nocivos para la sociedad. Otros facinerosos se agrupan en organizaciones y sistemas destructivos para el resto, las que la atraviesan transversal y longitudinalmente, muchas validadas o consuetudinarias; cómo navegar entre medio de estas fuerzas abrasivas, no hay recetas, sálvese quien pueda. Por qué será tan difícil decir dulzuras al corazón del otro en vida de frente y sin aspavientos cuando tanto elevan el espíritu y nos llenamos de amargas y ácidas chapuzas perdidos en un juego inútil.