Wellington Rigortmortiz

* El Sueño de un Sultán

Gitana, tus besos

me despiertan

en el imaginario

de mis sueños,

en los que, perdido

me encuentro buscándote

sabiendo que estas en mí,

perdido estoy

como lágrima de amor

que cayó al mar,

dos caminos,

un mismo sendero;

descubrí la verdad,

como espada

encajada en el pecho,

el dolor hizo escapar

una lágrima

de profundo dolor,

al saber que tú,

estás en mí,

esta torpe inspiración

no puede ya expresar

lo que el pecho

se encoge ante ti,

todo aquello que

me has hecho sentir,

quisiera colmarte

de todo bien,

y no sé cómo hacer.

 

Mi curtida piel

parece ocultar

lo poco

que me queda de fe,

esta torpe inspiración

no puede ya expresar

lo que el pecho

se encoge ante ti,

y todo aquello que

me has hecho sentir,

cuantos recuerdos de años

resumidos en seis minutos;

miserable se ve la distancia

ante un suspiro,

madre tierra

devórame lentamente,

con ese romántico

voraz apetito,

quisiera colmarte

de todo bien,

y no sé cómo hacer,

inmortales se vuelven

las frustraciones,

amor, intestino necio

del vacío

que el respirar provoca.

 

Mares del delirio

son tus incesantes fluidos,

aromáticos y excitantes,

que puedo percibirlos

al empuñar

las sabanas del tiempo

entre mis manos,

erótica brisa

que envenena

de lujuria mis sentidos;

arena de desierto virgen

son tus cabellos

que se deslizan en mi pecho,

la última estocada,

asestando el golpe

de ira y pasión,

acaba la fortaleza de cristal

de las puertas

que dividen

el cielo del infierno,

a pedazos estalla,

fragmentada como

la confianza del pasado,

maléficos dromedarios,

bebedores de sangre,

la vida se siente escapar,

triste final para la presa,

deleite para el depredador.

 

Cuantas almas

puedo contar ahora?

Gitana, tus besos

me despiertan

en el imaginario

de mis sueños,

ese frío azul,

destello de tu cuerpo,

como una lágrima de Dios,

así te visualizo, caída

desde el espacio eterno

donde reina el ojo

que todo lo ve,

mojada semi deidad

con húmedos sentimientos,

de tacto cálido

y tibio aliento;

perdido

me encuentro buscándote

sabiendo que estas en mí,

perdido estoy

como lágrima de amor

que cayó al mar,

dos caminos,

un mismo sendero.

 

Wellington