La espera ha sido larga como beso tirado al viento.
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El viento mueve los ventanales de telarañas
cubiertos por las tempestades del alma
y aparta tu prolijo cabello suelto
enredado en las mesetas de bronce y
mampostería de plata.
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En el mar peces redimidos como cristal pulido
le arrancan un sortilegio a este verano coloreado
en la retina e iris de tus ojos pedernales.
En tu cuerpo esbelto me recreó y floto en el aire
como carro tirado por caballos alados
y aprietas con ganas la raíz del castaño.
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Lejos del redil donde nadie nos observa
y la calzada duerme en tierra mojada
del campo silvestre volveremos a existir
del suelo nos levantamos y nos fuimos
a perseguir mariposas monarcas.