Luis E. Calderon Romero

Escuchar tango a solas.

Escuchar tango a solas

Al venir la noche cargada de sombras,

Se intuye el lamento del alma enjaulada,

Enmudece el gallo, las cosas reposan.  

 

Cuando el agua susurra a lo lejos,

Y le ruega al mar sollozando el viento

Y la rana corteja a la luna

Pegada a los juncos, en un solo cuerpo.  

 

Cuando una sonrisa se acerca

Buscando un suspiro que triste se pierde

Y las aves nocturnas volando

Sus alas y el aire combinarlas quieren.  

 

Cuando el aroma del jazmín nocturno

Se mezcla a las notas preñadas de pampa

Y cuaja en la ausencia la melancolía

Y toda la vida se vuelve desgracia.  

 

El bandoneón corazón de amargura

Agoniza en la angustia latiendo sin pausa,

Y un farol sobre el banco del parque,

proyecta al alcohólico su desesperanza.  

 

En rincones de dolor un perro

En la calle busca su magra pitanza

Y en los techos el gato maulla

llamando al amor en forma angustiada.  

 

El violín, un quejido del alma

desgrana el dolor en cuerdas de lágrimas

Y el piano recuerda modesto

Sin salsa ni rock, épocas pasadas. 

 

Una rosa de arrabal

despierta Pasiones sin vida

y siempre pagadas

Y los celos inquietan el ánimo

Cargando la mente con la desconfianza.

 

Una luz decadente se funde

Con el filo cruel del puñal malevo

Y se ve retozar la milonga

Saltando en el brillo del charol porteño  

 

La amargura vivencial se quema

En blancas volutas de rubio tabaco

Y la vista se cuaja con gemas

Que talla el espíritu en forma de lágrimas.  

 

En copas de cristal bohemio

Liba la champaña argentina raza

Tal vez sin ancestros indígenas

Pero en ocasiones, dolorida el alma.