Sami Härkönen

Navegando en Sangrías Inspiradoras

Se ha muerto la vida
las esperanzas renacen en cenizas,
con cada hálito de ser,
mi vida se convierte en tormentos de escarcha,
olvidado por mi mismo en la angustia mas remota,
llenando de desesperación y muerte esta habitación,
la nostalgia se apodera de mi alma,
y me hace pensar en la luz al final del pasillo
donde la paranoia y el miedo hacen su aparición
y cuando el reloj anuncie las 12 en punto
la luna se teñirá de rojo bajo espectros de un solo ojo...

Mi mente, inmersa en mares de desconfianza
y errante en frondosos bosques negros,
tiembla al pensar en todo el dolor en un solo ser,
el frío se apodera de mi habitación,
cada vez se torna mas denso y oscuro en mi mente,
con una lagrima bajo el velo tranquilo de la noche,
firmo con sangre y tinta a la luz de la luna
estos versos en una noche de estrellas sin brillo,
con el sentir de un espejo quebrado en mil partes,
y con vientos despiadados de autodestrucción,
sentencio esta maldición, eterna en mi ser.

La miseria corrompe mi alma,
envenenada en manantiales de ira,
con los ojos rojos,
le pido clemencia al corazón, envenenado de tristezas
poseído por el odio misantrópico de la debilidad,
implorando una compasión 
que se viste de lunas blancas en los labios del desdichado,
saboreando el amargo trago de no existir.

Perdido en el horizonte,
escapando, ahogando esta mente en lagos de locura
traicionado por sentires disfrazados de cuchillas,
muriendo poco a poco, torturado por la oscuridad de mi interior
solo, con esta ira que crece y crece
que asesina sin piedad a la blanca nieve invernal,
consumido por un ser oscuro y demente,
que ansía la tiranía de dominar a un débil ente.

Ojos rojos en una habitación silenciosa,
sin pensamientos en la cabeza,
mirando al vacío mientras el tic tac suena y suena,
amedrentado por la desesperación, sin sangre ni lamentos,
donde mirar la luna es la sangría pálida de la noche,
donde la poesía se transforma en mares de tintas
bajo las estrellas que lloran fragmentos de sangre.

4 am, una ventana con una fría luz blanca,
tan serena como un pétalo suicida cayendo lentamente,
ríos rojos en el resplandor de la nieve eterna
caen lentamente de mis brazos,
fragmentos de luz aparecen de mi interior,
inmerso en la desdicha de la vida,
sin pensamientos, sin alma, sin corazón...
Ahí en el plano olvidado,
viviré eternamente, navegando en sangrías inspiradoras,
navegando... en los confines de la muerte.