RIVAS JOSE

El roce de nuestras manos

Deseo que el tiempo fluya como el hilo del agua que forma

aquella grandiosa cascada la cual esparce el aluvión natural,

quien muy serenamente llena y riega con sus verdades el jardín del recuerdo

para cubrir la inmensidad de nuestras vidas con relatos bellos,

tan verídicos como el perfume que dispersa tus cabellos

muy largos como la distancia que nos separa entre sueños livianos,

invadiendo de nostalgias aquellos deseos dulces y sinceros

para tan solo dejarnos sentir el roce de nuestras manos.



Siento el apretón de tus manos que abarca las miás

en un sentir discreto y mudo el cual nos calma en segundos,

pero momentáneamente se dispara nuestra adrenalina de amor

y en ese sentido bidireccional nos amamos en el silencioso momento,

tan corrido y corto que la felicidad nos invade de esperanzas bellas

muy surgida de aquellas ansias de amor desde aquel preciso momento,

en que nos conocimos a través de reuniones sociales muy

cordiales en medio del delicioso café el cual nos acercaba mas y mas.



Mas hermoso es tu dulce saludo adornado entre sonrisas esplendidas

las cuales abarcan mis cinco sentidos quienes me conectan,

en medio de las emociones tan radiantes como tu silencioso sentido del amor

surgido de los momentos tiernos e imaginables en la mañana y el sol,

que con sus rayos amarillentos y suaves tocan nuestras pieles para

aclararme el jamelgo cabalgando entre esos inquietantes minutos,

con destino al infinito sin retroceso al pasado del color azul

el cual es aquellos instantes disfrutados entre saludos tiernos y el rico café.



El aroma del café se esparce en el ambiente tranquilo y maquillado

con los suaves sonidos de tu dulce voz de mujer fascinante,

y tan educada como el preciso motor de tu automóvil color rojo el cual se

enciende cuando usted le profundiza sin temor y tregua,

la llave del esperado encendido para tan solo recorrer aquellos kilómetros

de pensamientos sutiles y chispeantes como la médula muy dentro,

del hemisferio izquierdo en nuestros cerebros para tan solo

perder  en el infinito mi mirada dentro de nuestro bello recuerdo de la emoción.



RIVAS JOSE

Barinas-Venezuela

13-07-2018