A. Martinez

Olor a vida.

 

Las alas del aire huelen a lluvia,
a gotas que crecen
en los úteros grises de las nubes.
Dentro de la casa,
sin embargo,
reverdece el aroma tibio
de tu cuerpo desnudo;
que se esconde,
en cada arruga
que ha crecido en la pared,
en los poros del techo,
en el trasluz de ese espejo,
que aún refleja,
la grata candidez de tus ojos.
Aquí se añora el sonido
de tu cabello jugando
sobre la almohada,
la transparencia de tu aliento,
cuando junto a las bocas,
los jadeos son verbos de alegría,
canciones del querer,
y son milagro dentro la vida
que compartimos a besos.

Eduardo A. Bello Martínez
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