Antes que el tiempo nos vuelva ajenos
y separe nuestras manos en su azar,
quiero confesarte algo una vez más:
que me desvelo porque me miras
en mi mente mientras vuelvo a caminar
a tu lado cada noche por la ciudad,
que si de pronto te pierdes en otro camino,
si al fin un día me encuentro sin ti,
no, no deseches lo que vivimos.
Así quizá, una noche distante, al fin me encuentres
en tus párpados cerrados de tanto andar,
por la vida, por el mundo, sin sospechar
que aún estaría esperando, en el estero
de ese río que hace al tiempo no regresar,
tu sonrisa... media luna de la ciudad.