alupego (Ángel L. Pérez)

GOTA A GOTA, SIN DESCANSO

 

En las sombras, a lo lejos,
emergió un leve destello.
Vertical al firmamento.
Como un disparo de fuego,
que el blanco busca sin verlo.
Un fogonazo de súplica,
en el infinito negro.

Las gotas se precipitan,
como húmedos rimeros.
En su camino besando,
valles, selvas y senderos.
En el rítmico goteo.
Deposita las esencias,
salvando lo que está yerto.

Cristalinas son las lágrimas,
cuajadas de sentimientos.
Entre los surcos rodando,
como gráciles veleros.
A la mirada sentido,
para lo propio y lo ajeno.
Como caricias plumíferas,
de los más sedosos vientos.

Verde se torna lo negro.
Cuando enriquece la vida,
el amor que va por dentro.
Verde lleno de esperanza,
de testimonios sinceros.
Verde, cuando al verse verde,
se desata el sentimiento.
Suspiros que van vestidos,
del verde de los recuerdos.

Al albur de las corrientes,
las sombras vuelan huyendo.
Como huyen los cobardes,
cuando faltan al respeto.
A lo lejos se disipan.
Perdidas entre los cerros.
Las pavesas de los sueños,
que ya no quieren ser nuestros.
Van cantando letanías,
huyendo por los senderos.
Recorriendo el infinito,
como viajantes sin cuerpo.

Van aclarando los grises.
En los ciclos de la vida,
sacuden su negritud.
Como sacude la Tierra,
la presión que la somete,
el Hombre en su ineptitud.
La luz ahuyenta la sombra.
Como expulsa de la vida,
la suciedad y la carroña.

Gota a gota, sin descanso.
Como un taladro que horada.
Como va azotando el viento,
la carne de su esqueleto.
Inexorable y sin prisa,
el amor va haciendo hueco.
Y al asomar la alborada,
se fundirán los deseos,
en una sola mirada.
A. L.
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