alupego (Ángel L. Pérez)

VAIVENES QUE VAN Y VIENEN

 

Se somete la razón.
Cuando el tirano reduce,
la voluntad del esclavo.
Pero queda el corazón,
indemne de su dominio.
La mente va replegándose,
reduciendo su contexto.
Más va creciendo el instinto.
Lo humano desaparece,
retornando a sus principios.

Vida que el viento sacude,
con la fuerza de los siglos.
El viento que te doblega.
El vendaval que te abduce.
La brisa que te seduce,
con susurros de promesas.
El corazón con sigilo,
va desnudando su alma.
Aventuras que te llevan,
como ligeras pavesas,
donde se reta a la calma.

La dignidad se ha perdido.
Como se apaga la brasa,
cuando la empapan las aguas.
En busca de la razón,
perdida entre mil batallas.
Se debate la conciencia,
a su egoísmo replegada.
Y en el filo de la duda.
Cuando se oculta la cara.
Los temores se apoderan,
de la inestable fachada.
Replegando los principios,
como se pliegan las alas.

La brújula ya no indica,
el Norte de la alborada.
Ya no orienta al caminante.
Porque ha perdido la flecha,
que va marcando la marcha.
Los árboles se retuercen,
como madejas sin masa.
Confundiendo las fronteras,
que encaminan las pisadas.
Entre vapores confusos,
errantes tornan los pasos.
Como se pierden los pájaros,
cuando al trueno sigue el rayo.

Despierta el amanecer.
Con viejas y nuevas ganas.
Con temores y arrebatos.
Con firmezas y temblores.
Sucumbiendo ante la luz,
que sacude sus engaños.
Presto para darlo todo,
por si se presenta el caso.
A. L.
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