alupego (Ángel L. Pérez)

PRISIONERO DE SU RUMBO

 

El viento de la mentira,
se cuela por las rendijas.
Y va ocupando rincones.
Invadiendo lentamente,
eficazmente, sin prisa.
Es inodora e insípida.
Se va adaptando al pensar,
de los que nunca analizan.
Así va colonizando,
a profanos y peristas.

Tiembla la hoja en el aire,
balanceada por la brisa.
En sus piruetas se nota,
la dirección que la guía.
Baila sin cesar narrando,
historias y fantasías.
Llevada por mil sederos.
Ignorando con donaire,
los bandazos que la agitan.

Preso en la necesidad,
en el señuelo claudica.
Atrapado en la belleza,
de la trampa en que agoniza.
Brillantes son lo barrotes.
De terciopelo las risas.
Que abducen como sirenas,
al navegante que mira.
En los brazos de su afán,
se dirime la codicia.

La mentira es de huracán.
O de complaciente brisa.
Sacudiendo los cimientos.
O enamorando sin prisa.
Dando valor a lo neutro,
y marchamo a la injusticia.
Seduce al que se adormece,
con taimadas melodías.
Va construyendo los diques,
donde se asientan sus cuitas.
Ausentes de inteligencia,
que en sus hechos se prodigan.

Navega el viejo velero.
Sobre las olas marinas.
Rompiendo sus veleidades,
con el filo de su quilla.
Enamorando a las olas,
que amenazan su estructura.
Abrazándose a los vientos,
para volar en su brisa.
Prisionero de su rumbo,
que a su destino le guía.

La mentira se evapora,
cuando el cerebro analiza.
A. L.
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