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REMATADAMENTE DUROS

Crustáceos adornadamente coronados,
siendo reyes con territorio,
capitulando de poder mostrar
su naturaleza mas corriente y mundana.

Ventosidades, eruptos,
pelos sucios,
casposos o grasos,
supuestos gestos groseros,
ni poderse rascar la nariz
cuando les pica;
todo son formalidades,
apariencias.

No les es posible,
presentar al hombre o a la mujer,
que vive, tras el duro
y aislante caparazón impuesto.
Contactos y ambientes restringidos,
es lo unico que les espera.
Al margen de los de a pie.
No vale ceder ni a un público bostezo,
cuando somnolientos,
en conferencia episcopal o política,
va y les viene, buahhh!!!.
Les queda lejos,
la subida del precio de una barra de pan
o de un litro de leche.
Las arcas de un estado
les asigna buena paga,

más el añadido por la trastienda,
de las más ventajosas informaciones:
inmobiliarias, bursatiles, financieras.
Garantizada información.
que sin temores a perdida,
les incrementa con excelente tapadera
sus protegidos y encubiertos beneficios.
Es asi como viven...,
viven bien,

pero que muy bien.

Sábanas de satén,
impregnadas de sudores,
están pegadas,
acartonadas por la humedad
de su temperatura febril.
Enferman debilitados,
y también tosen

como le pasaria

a cualquier hijo de vecino.


Tienen piel, carne,
visceras y entrañas,
tanto al llevar,

como al quitarse

(entrando en la ducha)
sus galones, su corona.


Cuadros enmarcados con la imagen
de la próspera pasada y futura realeza;
tras sus ojos

(por pintor de la corte pintados),
se atisba la desdicha
de nunca poder lo más real mostrar,  
sus más simples, sencillas y humanas verdades. 

 

Compostura ordenada,

rígidamente militar,
manda en sus vidas de palacio.
Reverencias pasajeras,
obligadas,
circunstanciales.
Tras una fachada

rematadamente estipulada.
No por la corte,
ni por el populacho,
ni por militares,
ni por el senado.
Si, por generaciones,
de amarrada encadenada condena,
con candados certificando,
asegurandoles el encierro.
con sus joyas de estirpes con trono,
minimizandoles amplios disfrutes, 
vetandoles del poder disponer

de la espontaneidad en esta vida,

de ella expresando en su máximo.
Solos, aislados,

preocupados cabezonamente,
en suplantar al que hizo
de lo mismo antes que ellos,
preocupados en conseguir mayor exito,
mayores reconocimientos,
exitos fundamentados

en el cretino cinismo del reinar.

Agenda colapsada,
marchan a lucir su palmito,
van para el Africa,

el Asia
o alguna parte de la america latina,
del tercer mundo.
Donde los hay muriendo sin hospitales,
sin medicos, sin medicinas,
donde las vidas parece
que no tienen precio,
que por valer,
no valen nada.


Saludan hipocritamente
a esas gentes que les sirven,
esas cuales no disponen de nada,
a esas, que nada se les facilita
(ni para comer ni beber tienen),
por más que busquen
les regalamos dia a dia (este occidente),
pedazitos bien grandes de miseria.
Se prestan a la interesada foto

junto a la real, (para nada metafórica)

futura y próxima muerte,
de cualquiera de esos niños.
La amabilidad de estos inocentes
sonrie absuelta de crimenes; posando.


Venden después,
en television o en portada.
Esculpen una falsa muestra
de generosidad y bondad,
pero eso sí, a las doce....
todo bien puestos,
(con sus trajecitos de algodon y de marca,
regalados que no pagados),
acuden al banquete.
Colapsan sus intestinos de tanto engullir,
disponen de lo mejorcito de aquí o allí.
Al dia siguiente,
resaltan las noticias
sobre la compasión
de aquellos actos de los reinantes,
no de lo ilusorio y vanal
que realmente a habido.
Se hace gala de lo ficticio,
lo consensuado,
pactado y establecido.
Hipocresia con letras mayusculas.


Mayormente, quedan para los libros de historia
los nombres, los siglos
y cuatro apuntes simplisimos
sobre estos y esos que han reinado.
Coronas y laureles.
Generales y tenientes.
Confidentes engañosos
con durisimo escondite, su caparazon.
No son caracoles ni caracolas,
ni escorpiones, ni cangrejos.

No són...
y por ser ni se conocen.
Son descendencia encasillada,
pronosticada de antemano.
No fueron nunca
ni son identidad propia.
No son ni ellos.