Luna plateada

Diente de León

 

No era una exótica orquídea esculpida por  manos expertas.
 de brillantes colores, mucho menos sus pétalos suaves como seda.

 

Pequeña en comparación con otras que posaban a su lado, esperando la caricia del que admira la belleza. No tenía olor fragante usado en esencias costosas.

 

No era atrevida ni coqueta
Y su brillo, diferente.
Sí curiosa y juguetona,
con risa cálida y  envolvente .

 

Pura e inocente al mundo frío y cruel
de imaginación oscura. Libre, rebelde... luchadora.

Cuando se  creía marchita
una ráfaga de viento la cubría...
renaciendo en otra parte,
igual de bella.

 

Sus pupilas no eran flor de jade, de belleza indescriptible.
Más eran noche y chocolate. Cálidas, sinceras, misteriosas y profundas.

 

No era otra, sin duda.
Era ella, sólo ella.
De belleza simple, mágica.

 

Que daba libertad con solo verla, que llevaba a viajar en el tiempo, 
que invitaba a amar así
sin prejuicios,
sin maldades,
sin mentiras.

 

Eso era ella, tan solo un diente de león, delicado e  invencible. 

 

No era otra, era ella.
Nadie más que ella.