Ma. Gloria Carreón Zapata.

ELEGÍA, LA ÚLTIMA ACTUACIÓN

       

 

(Homenaje a Alfonsina Storni)

 

La tarde lanzaba su velo en placidez inmóvil, sepulcral. Mi alma se hundía en el abismo arrugando los sueños de cristal que hacían eco en mi memoria de alma autumnal, a la vez primaveral. Toqué mi respiración y el vaho se esfumaba como mis días aquellos cuando le sentí tan mío. Era aquella melancolía rutinaria que me llevaba cada atardecer hasta él. Imaginar su barbado rostro rozar mi delicada piel, pegarme a su varonil talle y murmurarle al oído cuanto le amaba, fue en vano. 

Amaneció la vida y desperté con mi mano hundida en el abismo en lo que a lo lejos el mar argentado me consolaba con su brillo, una audiencia de gaviotas volaban sobre mi cabeza. Las olas protestaban golpeando fuertemente sobre las rocas que en ese mismo instante marcaron la última nota negra que se extinguió en mi memoria. Las gotas de agua salada hacían piruetas sobre la tristeza de mi rostro. Quise lanzarme al vació, quise gritar más mi boca solo logró murmurar un te amo que se fue diluyendo en la distancia de aquella tarde infernal.

Me contemple a mi misma en el reflejo de las plateadas aguas y vi el pasado amortiguar los sueños. Cuando la caracola comenzó a sacar las imágenes de mi infancia que atesoraba en su verdoso baúl. Arrastrando los pies bañados de sábula mojada, me dirigí a la orilla de los campos líquidos donde las olas seguían danzando sobre el relente marino y a lo lejos el ojo ciclópeo del gran faro lanzó destellos en protesta. Se oponían a nuestra danza final, de pronto, se abrió el telón. El fin se acercaba y mi alma no encontraba paz. 

Una audiencia vestida de gala para la ocasión en tramoya feliz, en tanto en oleajes y tempestades mi vida concluía. Y me invitaba a la actuación final. Incliné mi rostro, abrí mis brazos, no sin antes alzar mi soberbia mirada hacia el cielo azur y dedicar a la vida mi actuación final. En aplausos y hurras la vida sonreía, en lo que el piélago tomaba fuerza y elevaba su oleaje para al final contener el aliento y de una aletada representar otro tipo de actuación.  Enterrado en el cementerio marino quedó para siempre mi sueño de cristal.

Autora: Ma Gloria Carreón Zapata.