juan jose gonzalez ramil

Minino


Con paso esquivo y lento,
el cuerpo agazapado,
los ojos como vidrios,
curiosos y calmados,
la cola enhiesta y larga
con alma propia y libre,
mocosa entre la hierba
jugándole al despiste.
Seguro de si mismo
tal cual el diablo fuera,
con esquiva mirada
buscando cada guerra.
Manteniendo distancias
entre tantas puertas,
camuflando su vida
entre juerga y juerga.