Ma. Gloria Carreón Zapata.

VERANO, SOL Y MADUREZ (Narrativa)

 

 

 

 

Al fin llegó el ansiado verano y con él las ganas de meternos al agua. Mis hijas y nuera ese fin de semana hacían planes para ir de compras. Al escucharlas que irían a conseguír su ropa de playa, me apunté, quería adquirir dos pareos y dos trajes de baño. 
Mi presupuesto no daba para más. 
De pronto mi nuera sorprendida me preguntó. 
…--Suegra--, --¿no le da pena ponerse traje de baño a sus cuarenta y ocho años?...--. 
Por un rato me quedé callada, no sabía que contestar. Quizá ya no estaba en edad para ponerme bikini. 
…--¿Tiene algo de malo que yo me quiera poner traje de baño siendo una vieja como dices?...--. Le respondí. 
En las playas todo el mundo se pone trajes de baño no voy a ir envuelta en cobijas, ¿o si?, la cuestioné. 
Mis hijas y ella se vieron fijamente sin dejar de repetir al mismo tempo. 
--¡Qué oso!--. Exclamaron a la par.
A ver qué dice su hijo, protestó mi nuera. 
Me habían dado en mi amor propio yo no me sentía vieja, así que me esmeré en comprar los más hermosos trajes de baño. 
Por supuesto que solo me podía comprar de los que estaban en oferta, no había para más.

Al llegar a casa, mi nuera se fue a sus clases de zumba y se quedaron mis dos hijas las cuales viéndome con picardía, me pidieron que me midiera mis trajes de baño. Me dirigí a la recamara para luego salir con el de una sola pieza puesto. 
--¡Wooouuu!--, gritaron, sus ojos querían salírseles de sus orbitas y su boca abierta no daban crédito a lo que veían. 
…--No puede ser…--, gritó la más pequeña, 
…--creí que te colgarían las carnes por todos lados mamá pero, sinceramente, que bien luces…--. 
La mayor, sin dar crédito a lo que veía se había quedado muda por un buen rato. Hasta que por fin dijo,
...-- a ver, mídete el de dos piezas…--. 
Nuevamente salí modelando el segundo traje de baño. Esta vez yo, sí que posé orgullosa de mi cuerpo. 
Cuando llegó mi nuera le comentaron sorprendidas lo que habían visto, y asombrada por mi atrevimiento me pidió que me los pusiera nuevamente para verme.

Volví a repetir mi modelaje pero esta vez, fueron las tres que tenían la boca abierta y los ojos como de sapo ahorcado, sin dejar de mirarme con estupor. 
Se dejaron caer en el sofá en lo que yo me dirigí nuevamente a la recamara a cambiarme. Desde allá alcancé a escuchar lo que comentaban. 
…--Qué apenada me siento, sí, no creí que a mi suegra aún le quedaran bien los trajes de baño, expresó mi nuera, creo le debo una disculpa, y desde ahora les digo, yo no me pondré traje de baño. Lo mismo repitieron mis hijas. 
Con estos kilos no me atrevo a hacer el ridículo, contestó la más pequeña, no puedo competir con el cuerpo de mi madre, ni yo, respondió por último la mayor. 
Niñas le dije dirigiéndome hacia donde estaban ellas, la edad no es impedimento para que una mujer de mi edad quiera vestirse como le dé la gana.

Me amo demasiado y no me interesa lo que digan los demás, si como visto me siento bien, por supuesto que de antemano sé que debo vestir con decoro, pero esta vez, se trata de lucir lo que tengo, y me siento muy orgullosa de mi edad y de ser madre de tres jovencitos. 
Solamente vi que inclinaron las cabezas las tres avergonzadas y sin dejar de disculparse, dijeron a la par. Creimos que una mujer de cuarenta y ocho años era una vieja ya.

Niñas, estoy por cumplir cincuenta años y les aseguro que es la mejor etapa de mi vida, porque ahora vivo la vida a plenitud, sabiendo lo que realmente quiero, y yo, soy lo que más quiero en ésta vida,

Autora: Ma Gloria Carreón Zapata