Zoraya M. Rodríguez

**~Los Dos Ciegos~**

Los Dos Ciegos

 

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Por una pradera bajaban,

llegaron al cuartel,

un policía le pregunta,

-“¿qué sucedió aquí?”-,

el ciego mira al otro ciego,

en un momento tan irreal,

pero, tan verdadero,

como si mirara por los ojos,

y el otro ciego queda callado,

en su ambiguo desenlace,

no enreda lo que ata la cobardía,

cuando quiso soltar todo por la boca,

pero, calla en un instante,

y expele una amarga lágrima al caer,

cuando quedó sin distancias,

ni con bifurcar todo aquello que sucedió antes,

entonces, le contesta al policía,

pero, más calla,

y el que calla otorga,

se incrimina más,

o no sucede nada,

pues, si todo pasó,

como hoja al viento volar en el otoño,

como el mar abierto y sin calma,

rompiendo las olas entre rocas verdes,

de algas o como la hiedra grabada,

quedó sintiendo coraje,

y de otra vez caerle encima,

al pobre hombre ciego,

como él,

como la misma ceguera que le cegó el corazón,

y dijo como dijo Jesús, una vez,

-“¿Cómo un ciego vá a guiar otro ciego?, -se caerán por el hoyo-”-,

y así fue,

cayeron por el mismo hoyo ciegamente,

y cuando salió del cuartel,

le dijo al polizonte,

-“ay, lo tienes para que continúe guiando, pues, a mí me guío y me dejo caer también”-,

-“no puede un ciego ver más de lo que vé”-,

pues, sino vé es que no vé,

caminó pradera sin abrir los ojos,

y… cayó otra vez por el mismo hoyo…

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