No tenía ni 30 años
cuando ya impresionaba totalmente
los círculos más serios
con su intensa labor intelectual.
Pensador profundo dio a la filosofía
nuevas fórmulas de razonamiento,
a pesar de sobrarle detractores.
Bebió en las fuentes del voluntarismo
revirtiendo después lo asimilado
por medio de cortantes apotegmas.
Buscó la paz en soledad,
que lo fue convirtiendo en un errante
hasta verse liberado de amarguras
tras las rejas de un loco sanatorio
cuando apenas despuntaba el siglo XX.
El código moral que nos dejó
sugiere no amar ni odiar al pueblo,
mucho menos ocuparse de política.
Vivir entre el lujo y la indigencia.
No seguir al ilustre y poderoso.
Buscar el amor en otras tierras.
Dejar que los amigos eduquen nuestros hijos.
Rechazar las ceremonias de la iglesia.