Marcela Miranda Rodríguez

Bajo el agua

Estoy constantemente bajo el agua.

No me puedo ahogar, 

pero tampoco puedo salir a flote.

 

Siento mis pulmones quemando,

mientras mi cabeza comienza a doler

y escucho el bombear de mi corazón en mis oídos.

 

Está todo en silencio, 

grito una y otra vez,

pero no puedo escuchar siquiera el sonido de mi propia voz.

 

Quiero ser escuchada, 

Quiero ser vista.

Quiero ser rescatada.

 

Mis labios se mueven,

y mi corazón late más rápido

con cada segundo que pasa.

 

Mi cuerpo está cansado,

también lo está mi mente.

Y quiero dejarme llevar por la corriente.

 

¡Hay una luz!

Cuando miro hacia arriba buscando una salida,

veo una luz.

 

La sigo,

creo estar acercándome

y nado con todas mis fuerzas.

 

Pero luego

la corriente vuelve a empujarme hacia adentro,

más hondo que antes.

 

No puedo tocar el fondo con mis pies,

ni rozar esa luz con mis manos.

Y no puedo respirar.

 

¿Dónde estoy?

¿Hay siquiera una salida?

¿Hay alguien aquí conmigo?

 

Mis brazos duelen por intentar salir a flote,

la presión está subiendo a mi cabeza,

y mi mente quiere escapar de mi cuerpo.

 

¿Sigo moviédome siquiera?

Mi cabello se enreda alrededor de mi rostro,

y ya no siento las piernas.

 

Y lloro.

O al menos, creo que lo hago,

pues me es imposible sentir las lágrimas corriendo por mis mejillas.

 

¡Ahí está la luz nuevamente!

Y me muevo hacia ella

sin pensarlo dos veces.

 

Estoy siguiendo la luz y se hace más clara,

creo que quizás podría ser la luz del sol,

hay un poco de esperanza al final de este oscuro túnel.

 

Pero, de nuevo se está alejando.

¡No te vayas!, grito, necesito llegar allí.

Necesito sentir que hay una salida.

 

El agua cubre mi todo,

incluso los sueños y esperanzas que alguna vez tuve

son sólo parte de la marea.

 

No pertenezco a ningún lugar.

No hay nada más que vacío en mi interior.

Yo soy nada.

 

¡Por favor! Déjenme ahogarme.

¡Por favor! Déjenme ir.

¡Por favor! Déjenme acabar con mi suplicio.

 

¿Cuál es el punto?

Todo está tan oscuro.

La oscuridad de mi alma está finalmente representada por mi alrededor.

 

Creo que me estoy acercando al fondo,

siento mi cuerpo dejándose llevar,

muevo mis pies buscando apoyo.

 

Pero mi mente sigue buscando por una salida.

¿Acaso quiere escapar de este océano?

¿O acaso quiere escapar de mi cuerpo?

 

No existo.

He aceptado mi destino.

No hay salida.

 

No hay un abajo o un arriba.

No hay izquierda ni derecha.

No hay dirección.

 

No hay nada,

sólo vacío.

Y yo ya no existo.