Ezziel Perozo

Dulce imagen

Aquél día en la mañana

apareció un olor extravagante, que

suave y necio

me hacía imaginar las mejores

maravillas que, un humano

quisiera presenciar.

 

Eras como un espejo reflejándo,

la luz de un campo amaneciéndo.

Despejado de toda prisa, ternura

siento al olerte, escarbando

aquel laberinto en mis pensares,

el gotero de alegría se prende en mi.

 

Una silueta de Diosa, con

cintura bien proporcionada

con un retoque de mano obrera

la flor del alba que te espera, y,

satisfecho con los resultados

salgo a nuestro encuentro.

 

No eras más que un camino

un camino ilúsido, enormemente grato

que de mis dedos brotan esferas

huídas de tus garabatos.

Y aún así me aferro

a tenerte en aquel castillo, semi-desnuda

que caminas con tus pies descalzos, sobre

las alfombras de mi morada.

Por eso al olerte,

nunca me canso de pensarte.