Verano Brisas

DOSTOIEVSKI

El Neva en su perpetuo devenir

vio las horas nocturnas alumbradas

por unas Pobres Gentes,

lo mismo que su mal sagrado.

 

Combinó la grandeza de sus obras

con un gusto desmedido por el juego

y por las niñas impúberes.

 

No obstante la violencia del Imperio,

conmutósele la pena capital

por trabajos forzados en Siberia.

 

El destierro no dañó su devoción

frente al lúdico esfuerzo creativo,

sino que más bien pulimentó

su finísima fibra literaria.

 

Un 28 de enero, ya cansado

y luego de regar por todas partes

tantos libros quemantes y expiatorios,

se marchó presintiendo que el futuro

también conmutaría su condena

de ser un ignorado entre los muertos,

por otra más liviana y veleidosa:

La de ser recordado entre los vivos.