Carlos Justino Caballero

EL ESMERO DEL ENTORNO

 

Pasados estos años, el entorno ya casi que me ignora

y ha cambiado el objetivo de su esmero.

 

Advierto sin esfuerzos que hijos y nietos son los preferidos

del boscaje y del río y su rumoroso paso… y del álamo añoso.

 

De las mentas ribereñas de la menguada acequia, y del sol…

y de todo lo escondido detrás del pinar.

 

A mí me sigue prefiriendo ese silencio intenso y creativo

y se deja contemplar mansamente mi paisaje amado.

 

Ellos, son ahora el objeto de la avidez de caballos y el corral,

de los vientos y sus cantos y del cielo que los acapara.

 

Me ha quedado a mí el cantar de las alondras y el zorzal,

la sombra del roble, del tilo y de las moras… y la brisa.

 

Los escondites de los hongos sólo son para ellos, y lo son

las huellas de herraduras, el camino real y toda inmensidad.

 

Soy dueño del alba en el rancho, la galería y de la visita

del calafate, y de los rojos manchones de verbenas.

 

Admira el valle sus bríos, sus alegres alborotos y el gozar

del privilegio de los arrestos generosos que los inunda.

 

Y a mí me mira el tiempo complacido de mi certeza eterna

entregado a la paz de un descanso que se apoya… en ellos.

 

 

De mi libro “Del sentir que reverbera”. 2018 ISBN 978-987-763-458-7