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PRINCESA SIN VENTURA...

 

(I)

PRINCESA SIN VENTURA

 

Princesa

de terciopelo...

desbocada en el éter

de su huida,

 

desnudada...

en la tarde sin memoria,

deslucida...

en el ángel de su prisa,

 

eres labio pudoroso

de donaire

declarado...

 

de agua y rosa

deslazados... 

 

en la gloria desabrida

de su herida.

 

 

 

 

 

 

(II)

ANTIMETAFÍSICA DEL RECUERDO...

 

(I)

Yo tengo una herida que no sangra

y bebe del rojo carmín de las noches

y del occidente carnal de los labios,

cabal y cautiva... desamortizada de 

lugares extrañamente fantamagóricos,

recreados en su impertinencia...

por los equinocios

desamordazados

de su adiós.

 

(II)

Como los pájaros de colores...

apenas sueño con palmeras,

en una instancia...

frugal y cautiva, casi eterna...

a veces yerta.

 

Así mi corazón se desvanece

y casi descansa...

cauto, insatisfecho

e  insustancial...

 

pese a la dogmática,

y evanescente

impuntualidad...

 

de aquello que me eleva. 

 

 

(III)

A veces me hallo...

impúdicamente desamortizado,

entre corceles...

pálidamente desbocados

de lebreles,

 

y catedrales...

extrañamente descorazonadas,

 

en lo insustancial...

e injustificado de su anuencia.

 

(IV)

De evanescentes

cuitas...

es la mañana,

 

la marisma se revela

en espejos cóncavos...

y anárquicamente deformados

por el cáliz desaconsejado

del pasado,

 

desnudan el tiempo

irreverentemente...

y en su laxitud,

 

en la dulzura

desaconsejada

del vacío.

 

(V)

Oh rayo misterioso,

que cohabitas

pertinaz...

 

en la Lusitania,

desaconsejada del olvido.

 

(VI)

(y los Tequilas con limón...

desnudan las heterónimas

abadías de cobalto,

 

de besos maltratados

en sales de mar...

sencillamente secuestrados,

 

por lo alucinado...

y extrañamente

abrasivo,

 

de la delirante

y oblicua inconsistencia...

 

del idilio desamortizado

de su sueño. )

 

(III)

A SIMONETTA VESPUCCI...

 

Hermosa dama...

de sin par belleza,

de cabellos aúreos...

y blancura misteriosa,

 

tallada alevemente...

en el libro del recuerdo,

 

como la amapola

descreída...

en el labio de la rosa.