Juanquilugo

La espera

 

Desde lejos se siente
el perfume triste
de las jóvenes prostitutas,
en el altar profano
donde van a llorar
solitarios hombres
lastimados del alma,
avergonzados del sol,
agusanados por la soledad.
En ese excusado de hombrías,
caía mi cuerpo deshecho,
pintado de alcoholes
revolcado por el tiempo,
mendigando un poco
de amor de mentira,
cada noche enamorado
de un sueño distinto,
allí dejaba algunos versos
a cambio de calor
y algunas copas
hasta que el amanecer
me escupía a la acera
donde no hacía más
que esperar
que vuelva a anochecer.