Karen Vega

EN AUSENCIA DE TUS PALABRAS

Estoy sintiendo tu respiración en mi espalda, que impotencia la mía de no poder girar, abrazarte y darte un ósculo en tu mejilla, o quizás en tus labios, tus carnosos labios.

Pero sé que no debo, porque debo respetar aquel acuerdo. Necedad mía de buscar entre estos lúgubres recuerdos, la risa que añora mis oídos, la sonrisa que apacigua mis miedos. Y no, no es la búsqueda desesperada por oprimir el sentimiento o dejar de ahogarme en el alcoholismo del insomnio, la pena y el olvido.

No es el deseo exasperante de romper en grito y decirte todo lo que por mucho tiempo he callado, no, no creas eso. No es la necesidad de calmar mis demonios internos y no ansío la salvación a este calvario eterno.  

No es nada de eso, pues sé que debo respetar el acuerdo. Y sin embargo todo eso se resume en miedo, miedo de no poder estar cara a cara, esta noche, aquí mismo, en nuestra cama y por fin decirte que sé también que me amas, pues en ausencia de tus palabras está esa, tú respiración, que esta noche siento en mi espalda.