Martín Raviolo

LAS ROCAS DEL AYER

 

El mar golpea las rocas 

de este viejo acantilado 

donde solo... y nostalgiado, 

pienso en mi vida...

en el ayer... en mis huellas...

 

Mirando hacia el infinito 

donde se entrega la mar 

besando al horizonte, 

me veo volando cielos, 

navegando con mis sueños, 

descubriendo al amor 

libre y sin fronteras, 

porque es preciso andar 

buscando sin claudicar 

donde habitan las quimeras. 

 

... Mis ojos cuando ven mar 

dejan caer lagrimones 

de alegría y añoranzas !...

 

Viendo las olas bravias 

enfrentarse a los vientos, 

recuerdo aquellos mis días 

de aguas en turbulencias, 

azotado por las tormentas 

de una existencia azorada 

que fui timoneando...

riendo y cantando...

mientras alrededor el mundo 

podía estarse derrumbando. 

 

Caminando los caminos 

me embriagué de alcohol y paisajes, 

aspiré sustancias fuertes, 

y coqueteé con la muerte...

Hice amores... muchos amigos...

faltaba lugar en mi alma 

para tantas emociones 

que lejanas, mas no olvidadas, 

hoy las voy a compartir 

en un diálogo silencioso 

con estas rocas calladas. 

 

Di vueltas... di muchas vueltas !

hasta llegar a estas rocas 

donde me asiento, y al contacto 

me trasmiten su energía, 

me hacen sentir que llegué 

hasta ellas culminando 

la aventura de crecer. 

El mar permanece ahí...

...la vida está flotando...

la escucho rugir

con las olas al golpear 

estas rocas, testigos 

de las eras que al pasar 

las han roído... agrietado...

mas que caigan no han logrado !

Están aquí... como vestigios 

que el tiempo no pudo vencer, 

y en su entorno todavía 

en círculos constantes 

donde girando aún estoy, 

nacen y mueren los sueños 

humanos... que tienen fin. 

 

Me levanté... miré el mar, 

tan húmedo como mi rostro, 

acaricié de las rocas 

su piel tibia y musgosa...

di media vuelta y enfrenté 

el camino de regreso 

pues aún tienen mis pasos 

senderos por recorrer.