Deshabitado de presente
y tan habitado de pasado
que ya no importa si ésta lluvia
camuflada tras la lluvia
moja éste rostro mío 
ya perdido 
de miradas tan distantes, 
tan vagas, 
¡tan de nadie!
Camino caminando 
solo por caminar, 
buscando a cada paso 
el espejismo que tanto anhelo
por senderos etéreos, errantes,
tan errantes 
como éstos versos 
tan míos.
Abro mis incorpóreas alas
y divago y deliro y me pierdo,
me pierdo en una estación 
y en otra y en otra más 
hasta que me veo
como alma sin cuerpo,
como trenes sin rieles,
como besos sin bocas...
y miro hacia adentro 
queriendo abrir un cofre 
ya convertido en sarcófago 
de lo que fuí, de lo que fué, 
¡de lo que dí!
Y ahi yacen mutilados
los pedazos de un todo
reducidos a nada
¡y ahí las manos entrelazadas!
¡y ahi las voces mudas!
¡y ahí los restos de cada viaje!
¡y ahí los sueños!
Es inútil buscar en el día 
lo que indefectiblemente 
llega en la noche...
es en vano 
mirar en mil direcciones 
si al cerrar los ojos
todos los vuelos
se estrellan contra mi pecho.