Ignacio Puente

ÁNGEL VENIDERO

Mi amado cúmulo de estrellas, casi como el ángel venidero,

solamente buscando corromper mi despectiva humanidad.

Si no fuera por usted, dígame, -¿de quien haría mención honorífica en mis textos?-.

Si bien, carentes de cualquier cordura, dicen algunos,

siguen siendo el alimento a la verdad desesperada, que suele caracterizarme.

 

Los sonrojados chapetes de los que es portadora,

me darán una razón más para vivir, y el interminable cosmos,

tornará en un simple sueño baladí.

Unos ojos celestiales, en su rostro puedo contemplar,

los locos de amor eso hacen cariño, relatan y escriben

hasta que no existan almas deseosas de leer.

 

Disculpe si no quedo satisfecho; pero necesito más

sonrisas confortantes, y menos lágrimas reprimidas.

Cuando mi corazón goce de alborozo rotundo,

y nazca el milagro destinado a nuestro ligero abandono,

sólo en ese entonces, mi obsesión por usted

un amargo recuerdo será...