Verano Brisas

SINTRA

Mi espíritu aún no se ha embriagado

con tus castillos moros repletos de alminares,

torrecillas y cúpulas, como lo hiciera Byron.

Tus verdes escalones

enmohecidos por el tiempo,

no han recreado mis pasos

ni mis ojos ansiosos de belleza.

En mis libros y en la imaginación

eres juguete extraviado de la recia Lusitania.

 

Cuánto diera por estar en la Sala de los Cisnes

escudriñando techos,

paseando en coche por tus calles

o escrutando manuscritos en la Biblioteca Municipal.

 

Cuando Francis Cook,

súbdito inglés de riqueza legendaria,

construyó sus jardines para enjoyar Monserrate,

se limitó a cumplir con lo que tenía que hacer.

 

Todo a tu alrededor

es digno de reyes, poetas y pintores.

A sólo 30 kilómetros de Lisboa

emerges nítidamente como perla contra el Sol,

tu clima es agradable y la lluvia generosa.

La vieja panadería, cerca del Ayuntamiento,

me torna un poco nostálgico

vendiendo sus tortas por más de siete siglos.

 

Ostentas sin duda una cultura milenaria;

lo confirman, según documentos de 1758,

tus doce cofradías,

siete conventos y cuarenta y cuatro ermitas.

Lord Byron te nombraba como Mi glorioso edén.

 

La humedad de tus altos y nudosos árboles

destilando suaves gotas de agua

no es más que un homenaje a tu frescura.

Quisiera, oh Sintra, continuar mis descripciones

y devorar pronto, si no muero,

todas las distancias que alejan tus encantos.