Y en aquel reflejo la encontré, solo se le veían sus grandes ojos con aquel destello flamante que tenia. Como una aurora esparcía color y paz, sacudiéndome el alma y haciendome sentir.
En aquel reflejo la encontré, sentada tomando un té, su cara se perfumaba de aquel vapor de rosas, y sus ojos brillaban otra vez. Era como si mirara una pintura, plasmada en aquel papel, sus pecas como pequeñas constelaciones la cubrian por doquier.
Con tanto que admirar la volví a encontrar en aquel reflejo otra vez, detrás de un libro esta vez, casi sin dejarse ver, y me asombre al descubrir que sus ojos brillaban otra vez, alumbrando aquella página en la que se asomaban donde las palabras escritas en la hoja se proyectaban a través de ella.
Hace dos días no la veo reflejarse, mientras observo mi taza de café, mis ojos entristecidos se dejan caer, ante su ausencia aumenta mi pena dejándome hundir dentro de aquella taza, en la que cabe tan solo mi cabeza, y mis pensamientos se ahogan.
Hoy la vi reflejarse otra vez, no me esperaba encontrarla cuando mi vista se perdio, arreglándose el cabello la encontré, con sus dedos jugaba intentando desarmar aquel pequeño rulo que se formaba en la punta de sus pies, estaba agachada recogiendo un papel cuando levanto su vista y la vi brillar, sus ojos reclamaban consuelo.
Reflejada la vi durante meses, viva como una llama, sus ojos gritaban en silencio y su labio desfiguraba una sonrisa, jamas demostró que tan mal se sentía, vaya como el reflejo engaña a quien lo ve. Aquella niña del alma rota jamas nadie vio ser, brillo cuanto mas pudo para que lo unico que se viera fuera el destello de sus ojos, en vez de sus penas navegante de lágrimas, en angustia se envolvía todas las noches, y en su almohada depositaba sus secretos. Cuna de sueños aquella cama que acurrucaba todas sus penas.