Sonríe en su hosco laberinto
que se trenza por el valle de los cardos,
su silueta contamina la esencia del Romeo perdida por los años,
una luz nacarada se refleja entre las bandadas nupciales de alas rotas
y el sonido de agudo tiempo repercute entre piedras retorcidas;
ya no juega con la almohada que llora ni se asfixia con el húmedo viento,
cicatrices de antaño lo marcaron para el hambre de lo extraño,
el imposible mito del mañana le atravieza las dudas cerradas,
ya no juega entre azules campos ni lanza el tañer de su agonía,
los recuerdos lo han embrujado rompiendo el ocaso de su venida,
ya no suena,
el eco de las burlas ajenas lo enlaza con el trauma,
el muro del olvido se derrite en su fortaleza mental,
bajo la sombra de un ponciano respira profundo olvido,
y él sabe muy bien,
... que la llaga del averno su puerta abrirá.
(victolman)
Chorrillos-Lima-Perú.