Yvette Nino

EL AFLUENTE (dedicado a J.)

Yo era un rio solitario.

Piedras filosas del lecho,

herían y se ensañaban

con mi piel de rio seco.

 

Exague, con manar lento

yo surcaba el curso exiguo

arriesgando en cada salto

el total agotamiento.

 

Hasta que llegaste tú,

río raudo fluir recio,

a prestar a mis caudales

el brío creído muerto.

 

Y desde que que confluímos,

tú fogoso,yo río seco,

corremos en remolinos

hacia el mar ,que es nuestro puerto.