Ignacia.

La silla de la pata rota

Personas dormitando en el pensamiento inhumano.
Ella lo ha percibido.
Está en aquel puesto, con la cara escondida y señales inéditas.

Podrías gobernar sus territorios más desconocidos y amarla hasta que el aliento termine por agotarse.
Pero te has quedado sin ideas, esforzado por lo costoso del verano.
Como una triste tarde de otoño has caído en lo que debiera ser la suerte.
Y sientes, por no querer entregarte.
Y ríes, pero no veo a nadie más haciéndolo.

La silla de la pata rota y madera destrozada ha huido de tus raíces.
Entrégate a besarle hasta que se quede sin aire, 
ve a tomarla en tus brazos mientras susurras que serás su calor del frío invierno.
Y quizás, sólo quizás, yo podría perdonarte.