Extraño tus palabras,
las calladas y las dichas,
extraño sentir tu mirada,
prisionera en mis pupilas.
Extraño tus manos en vuelo,
que atendiendo mi malicia,
hacen que mi cuerpo vibre,
con sus ardientes caricias.
Extraño escuchar los pasos,
que difuminan tu ausencia,
extraño tu eterna sonrisa,
que vence mi resistencia.
Te extraño y muero de amor,
y en esa febril despedida,
aniquilas mi nostalgia,
y me devuelves a la vida.