Denise Arredondo

Henry

Caminaba sin parar en la orilla de un mar, caminaba y no paraba de pensar quien será esa muchacha que un sus sueños no dejaba de pasar.

La recordaba a la perfección, con sus cinco pecas, sus ojos azules y sus comillas al reír.

Recordaba que ella lo besaba y lo acariciaba, lo mimaba hasta el alma. Y el tan escaso de amor que besos le faltaban.

Cada vez que despertaba se lamentaba por aquello, tendría que abandonar sus sueños y seguir un camino sin destello.

Ella le daba esa luz para poder seguir, ella le daba un amor tan grande que cada día quería revivir.

Un martes Henry decidió no volver de aquellos sueños en el que ella volvía a querer ser, decidió cerrar sus ojos y no aparecer en ese mundo lleno de historias que debió renacer. 

Entonces ahí fue donde ese amor encontró un lugar, un lugar para poder amar, Henry no se lamento por dejar una soledad, ya vendrán años por los cual pasar.