Cuando parta hacia la otra orilla 
Le pediré a Caronte, el Barquero, 
Que reme lentamente, sin prisa, 
Porque aunque no desespero 
Busco un viaje silencioso .
Sin aventuras. Prometo ser sumisa. 
No recelaré de las aguas oscuras.
Es más: Disfrutaré de las tinieblas 
Porque la luz de los que amé 
Me escoltará apartando las abyectas 
Figuras espectrales. 
Mientras en lo alto 
Mantendré mi pensamiento feliz, 
Al mismo tiempo que una extraña sensación 
Invadirá mi espíritu 
ya sin cuerpo. 
Muy a pesar mío: 
No encontraré a nadie, ya lo sé, 
Si no los cargo en mi alma. 
El que me honra, estará en mí.
De lo contrario: Perderé la ruta. 
Debo andar con cuidado 
No debo apresurar el viaje.
Mejor que dure muchos años 
Y sea vieja cuando arribe.
Seré rica con lo que he ganado 
Por los recuerdos 
Sin esperar que Caronte 
Me recompense.
Al Hado, en el cual no creo, 
Le debo el maravilloso viaje. 
Sin él no habría iniciado el camino 
Y nada ni a nadie tendría para ofrecer.
Si llevo poca carga 
Es porque no la necesito. 
Hoy tampoco. 
Soy muy rica en experiencias: 
Comprendo qué significa ser sabia.
Consumada la partida, reflexiva o no, 
En la ciudad que peregrina conmigo, 
Concluirá el plazo. 
Consumido el tiempo que me fue dado, 
Si no alcanzo la riqueza 
Que da el conocimiento, 
No habrá nuevos puertos 
Y todas las despedidas me serán inútiles. 
Recorreré otro mar, y otro país ... 
En otra ciudad mejor que ésta me afincará 
La muerte. Me acunará como a una niña. 
Indivisibles mis esfuerzos son una censura 
Para este casi muerto corazón. 
¿Hasta cuándo podré, aquí, abatirme? 
Donde te busque, cualquier cosa que observe, 
Advierto las negras ruinas de mi vida 
Donde he dilapidado tantos espacios, 
derrochados, devastados absolutamente
No hallaré otra tierra, otro océano. 
La ciudad que no es mía me perseguirá. 
Caminaré las otras calles, 
Envejeceré en los desconocidos 
Territorios, nuevamente 
En cada vida que me es dada. 
Aquí terminaré de romper mi máscara 
Y no espero nada mejor. 
No hay barco para mí, no hay calle. 
Volveré a la vida, 
En esta angosta esquina de la tierra,
Para volver a construir el mundo.--
Amalia Lateano