Juanquilugo

Las cuerdas del tiempo

Ningún círculo se detiene
bajo el celeste infinito 
de tus ojos,
llamas que encienden
multitudes
apagan el sabor
insípido del tiempo,
un cuerpo se estremece
ante el relámpago de
un beso,
un perro lame la cordura
desesperada
en las manos tristes
del recuerdo,
sin lágrimas bajo
el sombrero,
recorro el solado
acolchado
de mi lecho,
nunca dijeron
mi nombre,
solo fui arrojado
a la leonera
de los insanos,
donde espero
que regrese el tiempo,
que te traiga
a mi locura
donde el amor
es el más puro
de los remedios.