Javier Claure C.

EXTRAÑO OFICIO

 

Me he dedicado

al extraño oficio de escribir poesía

porque la vida agridulce

es un póker de tres púas,

y en su vaivén, atado a mis sueños,

mis lamentos

y mi traje de ermitaño,

caminé con una llaga en el costado

entre rosales y ataúdes

 

Escuché     

el sollozo del trueno enfurecido

y vi ríos desembocando en el torrente;

aquel día

derramé mis poemas gota a gota

y escribí al amor, a mi hija, a la patria,

a la muerte

a las mujeres que me abandonaron

y a esas que abandoné

cuando me abría el pecho para sacarme

el líquido muerto de las costillas

 

Ahora estoy aquí vagabundo

con el corazón desdoblado

de frente a mi propio abismo

que me persigue como una amante

lloriqueando por las calles

 

Mis poemas son jazmines

barcos de dulces y sangrientas palabras

que germinaron desde mis nervios

apuñalados

con la tibieza del diario vivir,

desde pesadumbres y temblorosos rayos

que agotaban mi alma en la madrugada

 

A veces he querido que sean

estructuras de grandes edificios

y de obeliscos que adornan la ciudad

más que cartas de artesanos

son floreros anunciando

noticias cotidianas:

tarde se iban

y temprano volvían

 

A decir de mi poesía

mis versos han nacido

angustiosos, felices, rebeldes y caprichosos;

la libertad de escribir

se ha hecho necesaria a mi presencia,

y a los hijos de mi pulso

los defiendo a capa y espada.