Hidalgo Caballero M.

Sancho y sus sueños, casi poesía...

 

 

 

Vamos a suponer que nosotros, el ser humano,  el mismo planeta, el universo que conocemos, toda la galaxia, fuéramos como un pequeña partícula en un fluido de un ente desconocido,  y todo lo que nosotros conocemos;  nuestra galaxia,  y las cien mil millones de galaxias más cercanas y las más lejanas que desconocemos, formaran parte de un conjunto que funcionara en un pequeño átomo navegando en un río de un compuesto parecido a nuestra circulación sanguínea  y que el  recorrido de ida y vuelta al corazón fuera como el tiempo de la existencia de nuestros mundos y galaxias desde el “Big Bang” hasta nuestros días y  los trece mil setecientos millones de años de nada,  millón más millón menos, fueran como un suspiro en la vida de esta entidad recóndita y misteriosa.

_¿Qué quieres decir Sancho, que estamos inmersos en un gran ente que no podemos ver?_

_ Podría ser, los átomos más pequeños que circulan en las células sanguíneas de nuestra sangre, de sólo unos pocos  nanómetros de tamaño, también podrían pensar así, si tuvieran capacidad para hacerlo.

_ No sé Sancho, ¿entonces piensas qué todo el universo, tal como nuestros científicos describen, sólo es parte de una naturaleza de inimaginables dimensiones  y que nuestro mundo tal como lo conocemos, solamente es una pequeña parte de ello?

_Pero, a ver  Sancho, ¿de dónde diantres sacas todo esto?

_ Lo he soñado Señor

_Perdona Sancho, yo creía que todo esto lo habías leído en algún estudio científico.

_No Señor sólo es un sueño.

_Vale amigo, que descanses.

_Buenas noches Señor.