Ella era pura vida, fuerte como el tequila, un ave como cualquier otra, físicamente quizás.
Un día al contemplar el sol, ella se enamoró cuando sintió los delicados rayos penetrar su interior, fue tanta la emoción, que inmediatamente voló en dirección a su amor, éste, sin piedad sus alas incendió.
Cayendo desde el cielo, herida en una jaula obscura se encerró, año tras año preguntándose... ¿por qué su amado el sol le había destruido su vida sin compasión?
Una noche observando a sus amigas las estrellas, su amor emitió una aguda voz pidiendo perdón ya que a él en el pasado le convirtieron en piedra su corazón y no era apto para las cosas del amor.
El ave llena de dolor poco a poco murió convirtiendo en cenizas su dolor.