Jhon Deivy Torres Vidal

TRISTE FINAL DEL CUENTO.

De saliva turbia y boca pesarosa

su único oficio era la infamia,

su afición más selecta la perfidia,

el trasero puñal su obra encumbrada.

Miráse al espejo, tez ambigua,

y una mueca infestada la aprisiona,

ya con lástima maquilla sus heridas.

Esa niña que amé, me duele ahora

como duelen las llagas excesivas,

como duele el amor cuando lo clavan

contra su voluntad, bajo mentiras,

al madero que la muerte se devora.