Eddy Gtz

A LA ORILLA DE UN MUELLE VIEJO

Veo con desdén los amores que parten,

con vela sin luz, que se van hacia el sur,

como emigran las aves, sin esperanza de volver,

sin una razón vuelan, ¿usted sabe por qué?

¿Habrá alguna razón en no querer volver?

 

Veo como las rocas excitadas, levantan

un crespón al llegar la ola, de la madrugada,

frotando sus labios a la luz de la luna.

Mil borreguitos son los que acompañan,

mi sueño de mar, son nubes que cuento,

y empiezan a caminar, como en un desierto,

porque poco a poco, sin aliento, se empiezan a disipar,

como la sed del arriero, cuando agua llega a probar.

 

Huellas deshojando espigas, en ese dorado arenal,

luceros caminan, sobre un pedazo de cristal,

y se refleja aquel andar tan delicado y fino,

que la luna ha dejado, marcado en su largo camino.

El viento en su verde despertar, aletea en la raíz

de aquella ave, que quiere volar, y abre sus ramas,

Como invitando a surcar, ese cielo azul.

 

Y veo ahora que también las olas se van,

la roca de la orilla triste está, se ha ido

quien vino a desnudar su mirada inocente,

y ahora sin un por qué se vuelve río y regresa

a la mar, perdiéndose en el silencio.

 

Ahogado se ve un pez, entre rayos de sol,

un relámpago fugaz, desvanece su pequeña figura,

el atardecer toma un rojo en su espesura,

espesura que se ha llenado de ocasos.

Vuelve aquella vela encendida de sangre,

a encallar en la soledad de tus labios,

vuelve el silencio a entregar un silbido,

en aquella vieja rosa del viento.

 

Las aves vuelven del sur, esperando anidar,

pero regresan pocas, quien sabe porque será.

Hoy con los dedos de las manos las puedo contar,

como se cuenta a los amigos que a la mar se van.

 

Como aquellos barcos que zarparon,

y no se sabe si algún día volverán.