Carlos Dguez

Mi despedida.

Estando próximo a ser llamado a cuentas
hago un recuento de mi equipaje,
afortunadamente es muy ligero mi bagaje
pues sólo cuento con mi dolor a cuestas.

Y recordando tiempos mejores
seré lo más sincero en mis respuestas,
me iré con las botas puestas
y la lista de todos mis errores.

Viví como ninguno,
tuve amores y, obvio, desamores,
cada uno lo anoté en mis errores,
gocé y sufrí con cada uno.

Tuve, como muchos de ustedes,
infinidad de mundanos placeres,
en donde desfilaron las mujeres
y tuve también muchas inquietudes.

Podría decir que no temo a la muerte,
al contrario, deseo que venga pronto,
he vagado por la vida como un tonto,
pero como un tonto con suerte.

No creo en el perdón de los humanos
porque al igual que yo, es imperfecto,
creo, al contrario, en el del Ser Perfecto
aquel que me dio ojos, piernas y manos.

No tengo un título para mostrarles,
tengo, al contrario, mis conocimientos,
soy un hombre de fe, buenos cimientos,
y con muy poco afán para fanatizarles.

Me sentí marginado en el ocaso,
siempre tuve no más de cuatro amigos,
tuve también algunos enemigos
pero, fiel a mi fe, no les hice caso.

Y si pudiera dictar mis instrucciones
pediría poca gente en mi despedida,
en el acto final de mi triste vida
que no lleguen por temor a las murmuraciones.

Este no es un adiós, sino hasta pronto,
no llevo nada pues con nada vine,
usted que puede por la derecha camine
y no cometa los errores de este tonto.