Cesar Sierra

FLOR DORADA DE MI VERGEL

I

Hoy describo a una flor, una rosa llamada María,

de un rosal silvestre fragante como la poesía,

paloma de paz, paloma de mirada amorosa,

rosa de un vergel, madre de alma bondadosa.

 

II

Flor de frescos campos, marbella colombiana

quien con vívido color mi jardín ella engalana,

vio nacer su vida como el rocío del amanecer,

rosa de mil días que no ha visto su anochecer.

 

III

Es cálida compañía en el tiempo de soledad,

es dulce refugio en la inclemente tempestad,

en la indecisión sus palabras dan confianza

y en la desilusión su voz es de fiel esperanza.

 

IV

Al desfallecer ella me blinda con su fortaleza

para enfrentar la vida con decidida entereza,

en el mar de la duda su brújula es orientación

regresando mi rumbo hacia la mejor dirección.

 

V

Sus oraciones son murallas de gran bendición

pues el Todopoderoso me da de su protección,

ella cuida mis caminos al orar en la ventana

y el mal no me toca en la noche ni la mañana.

 

VI

No hay mayor tesoro que conocer a mi Jesús,

fue con ella que hallé el camino hacia la cruz,

pues ha sido mujer con gran ejemplo de amor

probada con el fuego para ser vaso de honor.

 

VII

No se recompensa lo que ella ha sacrificado,

por eso mi misión es estar siempre a su lado

y hoy expreso esta plegaria al Señor del cielo

quien puede otorgarle a mi alma este anhelo:

 

VIII

Que cuidemos de sus arrugas y de sus canas

y de su años de oro sin que nos falten ganas,

que calentemos sus manos de noble anciana,

abrigándola del crudo invierno de la mañana.

 

IX

Que tengamos el cuidado de sus pies arropar

y su lento andar acompañemos sin murmurar,

que a sus tiernos años no falte ningún abrazo

y no esperemos a darle cariño hasta el ocaso.


X

Que seamos la familia que a ella le consuela

y sea apreciada como madre y digna abuela,

que nuestro brazo este presto para apoyarla

como fiel bordón y en sus pasos sustentarla.

 

XI

Perdona si llenamos tu corazón con temores,

perdóna si con espinas te causamos dolores

y si desentonamos con tristeza y desamores,

que ahora sea el día del cantar de ruiseñores.


XII

Diste lo suficiente, no albergues algún pesar,

diste lo que tenías, no hay por qué lamentar,

seremos nosotros quienes para ti estaremos,

seremos tus hijos quienes de ti cuidaremos.

 

XIII

Tienes de Dios su gracia pues es tu proveedor,

Él es tu buen esposo, tu Señor y máximo amor,

eres de Dios princesa, eres la niña de sus ojos

y solo ante su presencia tu ser cae de hinojos.

 

XIV

No te preocupes tanto por lo que ha de venir,

no te afanes mucho, en Dios está el porvenir,

Dios cumplirá lo dicho en sus fieles promesas,

Él es fiel y lo hará, es hacedor de mil proezas.

 

XV

No guardes temores por lo que ha de acontecer,

no te preocupes de más por lo que ha de suceder,

quiero admirar contigo la puesta del atardecer,

y brindarte mi fiel abrigo al llegar tu anochecer.

 

XVI

Quiero ser buen hijo, comprensivo y de amor,

quiero ser hombre sencillo y que dé fiel honor,

que sea Dios el Padre concediéndome su favor

mudando para bien lo que halle en mí interior. 

 

XVII

Flor del fresco campo, rosa de huerto silvestre,

flor de mil días con aroma de rosal campestre,

vio la luz de la vida en un viernes al alborecer,

rosa lozana que aún no se ha visto desflorecer.


XVIII

Así de maravillosa, así es una mujer virtuosa,

una paloma serena, aunque de alma valerosa,

así es la mujer de gran nobleza y corazón fiel, 

así es mi bella madre, flor dorada de mi vergel.