Ma. Gloria Carreón Zapata.

FILOMELA (Cuento Corto)

 

 

 

 

 

Escuchó un murmullo que provenía de aquellas gigantescas hojas y, al inclinarse, vio con asombro como se escabullían aquellas diminutas criaturas con el rostro envejecido huyendo despavoridos de su presencia.

Incrédula a lo que sus ojos veían, sin pronunciar palabra esperó inmóvil a que aquellos pequeños seres volvieran a aparecer; de pronto, a sus espaldas, escuchó una ronca voz escupir unas palabras:

--¡Bienvenida Filomela… ya te esperaba!...--.

Ella, sorprendida, volteo poco a poco el rostro buscando la voz que se dirigía a su persona y, ahí, sobre una gigantesca hoja de helecho vio moverse una casi microscópica figura; sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, no sabía si echarse a correr o quedarse a investigar de donde habían salido aquellos seres carentes de gracia, quiénes eran y qué querían con ella.

Fue mas fuerte su curiosidad, por lo cual pronto vio moverse entre la hoja a aquel hado del tamaño de su pulgar, quien era capaz de bramar como lo hacía el ceno del mar embravecido; sintió un escalofrío recorrer su cuerpo en lo que sus ojos pretendían salirse de sus órbitas, quiso gritar pero de su boca solo logro escapar un gutural sonido de terror y miedo aunque, intrigada, inclinó su cuerpo para tratar de ver bien a ese diminuto hombre que la había llamado por su nombre:

--¿Me llamas a mí… buen hombre?…--, preguntó con cierto temor, para después volver a escuchar a ese ser que parecía haber salido del mismísimo averno, aunque su mirada la dejo sorprendida.

Aquél pequeño hado la miraba con infinita ternura, lo cual la hizo sentir una gran paz al contemplarle, por lo que sin pretenderlo ella misma, su bello rostro dejo escapar una sonrisa instintivamente pero, al querer devolvérsela ese ser de inframundo, le dejo ver a Filomena unos filosos dientes como dagas de color amarillento, lo cual la hizo sentir una gran repulsión.

Y sin hacer mucho caso debido a la expectación y la intriga, siguió al diminuto ser quien luego de una señal de invitación, la guío hacia el interior del tenebroso bosque para así poder mostrarle una gran fortaleza; ella, al mirarla a la distancia, seguía andando tras Èl sorprendida de ver la profundidad del verde paraíso; cuanta belleza, cuanta tranquilidad se respiraba en aquel lugar, solo el gorjeo de las aves y el crujir de las hojas al andar se escuchaban.

Él se apoyaba de un pequeño báculo ávido de mostrarle sus dominios y revelarle un gran secreto, guiándola hasta un gigantesco y bullicioso arroyo que cruzaba por la inmediación del mismo, fue entonces que le volvió a hablar:

--¡Mi nombre es Fatum… y te he traído hasta aquí para mostrarte mi gran tesoro!…--, ella no podía dejar de sorprenderse al momento que pronunciaba esas extrañas palabras:

--Pero antes… quiero decirte algo…--, y siguió hablando bajo la mirada inquisitoria de Filomela, para decir finalmente:

--¡Te regalo mi tesoro a cambio de tu amor!…--.

Ella, negándose a su capricho sin creer lo que escuchaba le contesto de inmediato:

--Nosotros los humanos no compramos ni vendemos el amor… el amor es un don divino… el mayor tesoro que poseemos… y yo… me niego a tu petición noble Fatum…--, dijo de manera tajante.

En ese instante creyó estar viviendo una horrible pesadilla, o tal vez estaba desvariando; se pellizcó el brazo dándose cuenta que todo era tan real como que ella se llamaba Filomela, no era inventiva de su febril imaginación.

El rostro del diminuto ser se transformo más que inmediatamente al vociferar unas palabras, mas en su mirada, se dejó ver un brillo de satisfacción mientras decía:

--¡Eres necia como todos ellos… los humanos!...--, y siguió bajando el tono de su voz:

--Mas hay algo que te hace ser diferente… bella Filomela…--, y ante la mirada inquieta de la mujer, continuó ese mágico y extraño ser:

--Tu corazón… esta lleno de espíritu divino… tu sencillez… tu humildad y ese amor que sientes por todos los seres vivos… marcan la gran diferencia…--, la bella joven agradeció con un gesto, para seguir escuchando a Fatum anunciar:

--Y ese es el motivo por el cual estas aquí… ante mi presencia… yo... no permitiré que ellos te hagan daño ni mucho menos corrompan tu bello corazón… he probado de mil maneras tu real honestidad…--.

Luego de ello, sorpresivamente y con la rapidez de un rayo le lanzó el palo que le sostenía, transformándola como por arte de magia en un hermoso ruiseñor; una vez hecho el hechizo y mostrándole la misma mirada de infinita ternura, finalizó diciendo:

--Por ultimo… te haré ver que… ustedes los humanos… son muy buenos para filosofar pero jamás ponen en práctica sus palabras… hablan de amor cuando se están destruyendo a si mismos… su ambición desmedida los tiene acorralados… ustedes son capaces de venderle su alma al diablo con tal de conseguir lo que quieren… y no me refiero a ti… sino a ellos… tus hermanos…--.

En ese momento la calma invadió el ambiente, el sonido de las aves pareció desaparecer, y sólo la voz del hado se siguió escuchando:

--Cuando alguno de los tuyos conozca lo que es el amor de verdad… entonces acontecerá el gran milagro de la vida… y será el momento en que puedan decir… “podremos salvar nuestro planeta”… y tú… quedarás para siempre libre de este hechizo…--.

 

 

Autoría: Ma Gloria Carreón Zapata