M.G.Ratia

CASCABEL

Quiso comerme de un trago,
y yo, que no hubiese querido,
siempre me hubiese dejado,
al bajar su garganta obligado,
me ví de sano, a mal herido.

 

Tropecé con su dentadura,
que en el paquete encarnado,
de su boca de locura,
es cascabel nacarado,
que reparte travesuras.

 

En un rizo de su lengua,
como una cresta de mar,
no quise pedir ayuda,
me ahogué sin mediar tregua,
aunque sabía nadar.

 

Bastión de mi singladura,
su cintura de plata, es puente,
que une los dos continentes;
al norte, frescas montañas,
al sur, la tierra caliente.

 

Pero el tesoro que esconde
más allá de mis requiebros,
no son ni valles ni montes,
que es la materia gris
que hay dentro de su cerebro.

 

                            ... a Mercedes.

                          1 de abril de 2015