Xabier Abando

Trento, procesiones, creencias y razones

 

Les pido mil disculpas porque, en viendo

esta semana tantas procesiones,

que escenifican hechos que no entiendo,

hoy quiera compartir mis reflexiones

 

y es que, leídas con detenimiento

las elucubraciones doctrinales 

del dogmático Concilio de Trento*,

no creo que esos hechos fueran tales.

 

Siguiendo la eclesiástica enseñanza,

de mácula exento, al hombre, inmortal,

creó Dios, a su entera semejanza,

y, a causa del pecado original, 

 

cometido por el hombre, en el uso 

de su propio albedrío, en libertad,

porque -solo faltaba- Dios no puso

\"ab initio\" en el hombre la maldad,

 

la humanidad, fin de la creación,  

sin la divina gracia protectora, 

perdió su primigenia condición,

que devino en mortal y pecadora,

 

por la culpa de Adán y su pecado 

de soberbia y también desobediencia,

a la entera humanidad propagado,

a saber, Adán, Eva, y descendencia.

 

Infinito es Dios y, con él, la ofensa 

e imposible el perdón, sin mediador, 

y a nuestra humanidad, tan indefensa, 

tuvo Dios que mandar un salvador,

 

después de largas deliberaciones,

pues, según la Biblia, tras el pecado, 

tardó setenta y seis generaciones

en mandar el redentor apropiado,

 

a su hijo, nada menos, encarnado

en hombre que, con su pasión y muerte,

hiciera perdonar nuestro pecado,

aliviando con ello nuestra suerte.

 

Yo creo que, según cabe pensar,

tal sacrificio se habría evitado, 

por falta de ofensa que perdonar, 

de no cometerse el primer pecado.

 

Y me parece oportuno apuntar 

que no podrían haber cometido 

Adán y Eva el pecado original,

seguro, si no hubieran existido.

 

El envío de Cristo Redentor 

resulta pues estar condicionado,

con credibilidad no superior,  

a la del hecho del primer pecado  

 

y este a la existencia de sus autores,

por entonces la humanidad entera,

y no habría, sin estos pecadores,  

divina redención que falta hiciera.

 

Y si alguien se cuestiona la existencia

del tal Adán y su primer pecado,

también la de Cristo, en consecuencia,

pues todo está en el credo encadenado.

 

Según Trento es dogmática verdad

la de Adán, al que en el Génesis citan

como el origen de la humanidad,

pero dudas legítimas suscitan

 

sobre la expresa creación del hombre, 

hallazgos de comprobable certeza

de algunos científicos de renombre, 

con Charles Robert Darwin en cabeza,

 

como la evolución de las especies

que Darwin dejó bien documentada,

y, pese a haber aún quien la desprecie, 

hoy es universalmente aceptada.

 

Para la fe, este hallazgo es corrosivo,

pues cuestiona el pilar del cristianismo, 

porque si, en un proceso evolutivo

a partir de un precedente organismo,

 

se pudo originar la humanidad,

sin mediar divino intervencionismo,

sería falsa la historia de Adán, 

y no hay Cristo sin él, ni cristianismo. 

 

Que crea lo que guste cada cual 

pero, además de poder disentir, 

si algunos no piensan, o piensan mal,

derecho tengo a poderlo decir.

 

Hay gente de fe que cree y no piensa, 

que renuncia a hacer uso de razón,

también el que sabe y calla en defensa

del gran negocio de la religión. 

 

Muy pronto siglo y medio pasarán

tras Darwin y no cabe ya que hoy mismo

haya quien crea en Cristo, y no en Adán,

y abrace evolución y cristianismo.

 

© Xabier Abando, 24/04/2017

 

 

(*) Decreto de Trento sobre el pecado original

http://textoshistoriadelaiglesia.blogspot.com.es/2011/06/decreto-sobre-el-pecado-original-de.html?m=1