Llévame
contigo,
por los cielos
de tu belleza,
naciste
bella,
y jamás
te opacarás,
igual que las
almejas,
que siempre brillan,
por su nácar interior,
no me digas
Don,
no me digas
Señor,
pues los años,
no me dan
esa condición,
ni más,
son apenas
un rebaño,
que nos debe
deleitar,
lo que importa
es tu belleza,
donde se nutren
mis poemas,
y te vas,
y te vas,
como brisa
al pasar,
dejando tu
perfume,
para suspiros
de mi corazón,
más tenlo
presente,
no mires
hacía atrás,
que mis
ojos te
dirán,
quédate.
Víctor Bustos Solavagione