Texi

Cuervos

 

Los cuervos llegaron, con un siniestro batir de alas. Con descaro se habían posado en fila a los pies de su cama, aprisionándolo.

Podía sentir el brillo burlón de sus miradas, quemándole. Cerro los ojos, como esperando que el sueño lo liberara y que al volverlos a abrir, la luz del día, los hubiese hecho desaparecer. Fue tan solo una ilusión, incluso con ellos cerrados, no podía dejar de verlos. Una enorme opresión en el pecho y un calor interior, como si le ardieran las entrañas. Le hicieron levantarse, al posar sus pies, noto las inmundicias que los cuervos habían ido depositando, abrió los ojos y sintió pavor, estaban hasta en la lámpara, prácticamente ocupaban ya todo el cuarto. Cogió la almohada y fue espantándolos, hasta llegar a la ventana, al abrirla los vio posados en el alféizar. Una nube negra parecía venir como un tifón, directa para entrar también en la habitación. Sin poderlo ya soportar, se arrojó al vacío, su cuerpo inanimado, como un punto negro. Y sobre el los cuervos que se fueron posando, la negra y aciaga noche, había vencido.